Los agricultores salvadoreños, principalmente los que se encuentran en la zona occidental del país, están dando un giro a la economía agrícola nacional al dejar atrás el monocultivo y optar por los sistemas productivos mixtos.

Uno de los casos más sobresalientes es el que se vive a diario en la finca de Don Jaco, un productor de hortalizas radicado en el departamento de Ahuachapán, quien se ha convertido en un referente de la innovación agrícola.

La nueva estrategia productiva consiste en combinar cultivos tradicionales, como el tomate y el chile morrón, con nuevas apuestas como el pepino o el güisquil. Esta diversificación no solo mejora la seguridad alimentaria, sino que también fortalece la estabilidad económica de las familias rurales al ampliar las opciones de mercado y reducir los riesgos asociados a la dependencia de un solo producto.

Este nuevo sistema está permitiendo reducir las importancias y hacer mayor uso de lo local, con lo cual la economía se ve fortalecida, ya que les permite vender sus productos a la central de abastos, sin depender de intermediarios.